Mi casa tiene sótano.
Sí, es muy vieja. Nunca me dio miedo bajar, aunque fuera oscuro y húmedo. Hasta
que descubrí la pared falsa y empezaron los susurros.
No debí escucharlos.
Ahora, me hablan y me exigen cosas. Ya no más. Mi esposo empieza a sospechar.
Será el siguiente.
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