Hay personas que son mágicas, que son
luz.
Pero apuntan su resplandor hacia otro
lado.
Y está bien. Queda el consuelo de su
brillo, aunque sea de resolana.
Tenía alas para
volar.
Mil ocho mil
mariposas en el estómago.
El cielo en la
mirada.
Y un millón de
sueños.